Todos hemos oído hablar de la importancia de una adecuada hidratación, no en vano, solemos repetir aquello de que somos agua. Lo que no tengo tan claro es cuán conscientes somos de esta afirmación.
Todos los detalles son importantes a la hora de hidratarnos. Buena calidad del agua, cantidad, etc. Pero suele haber dos variables que se tienen poco en cuenta y que son de lo más importante: la temperatura y el momento.
La temperatura:
Lo habitual es beber agua a temperatura ambiente cuando no hace calor y fría o muy fría en verano, pero esto es una práctica inadecuada, por no decir nociva. La temperatura de nuestro cuerpo se encuentra en torno a los 37º ¿Qué va a ocurrir con el agua que llega fría? Inevitablemente, el organismo tiene que calentarla, con el enorme esfuerzo que esto le supone. Una de las características del agua es la enorme cantidad de energía que se necesita para ser calentada. Enormes dificultades para comprimirla (una presión enorme) y además presenta una anomalía en cuanto a la dilatación. Todos los cuerpos al enfriarse disminuyen de volumen, pero el agua no. Por eso la necesidad de dejar un espacio vacío en una botella de agua cuando la ponemos en el congelador, para evitar que estalle cuando el volumen crezca (dilatación anómala del agua). Algunas de estas características del agua nos pueden ayudar a comprender, quizá un poco más, lo especial de este fluido, sostenedor de la vida en la Biosfera.
Volviendo a lo que nos ocupa, cuando el agua entra muy fría en el organismo lo que ocurre, normalmente, es que rápidamente se escapa en forma de sudor, no produciendo hidratación y sí de nuevo sensación de sed. ¿Os imagináis a los habitantes del desierto bebiendo agua fría a mediodía con una temperatura de 50º? Es un disparate, de hecho, la costumbre entre estos pueblos es beber té caliente, porque consideran que es la única forma de aplacar la sed. Y bien cierto que es. Si no somos capaces de beber el agua templada, al menos bebámosla a tª ambiente. Haciendo un esfuerzo con alguna infusión para mantener el calor interno y una adecuada hidratación.
El tiempo:
En cuanto al momento adecuado, diré que es tan importante como la temperatura. El primer trago de agua debe hacerse justo al levantarse; templamos el agua, verano e invierno, y tomamos una pequeña cantidad; medio vaso, un vaso, cada cual lo que necesite. Es importante recordar que durante la noche pasamos muchas horas sin ingerir el líquido elemento, por lo que al levantarnos todos estamos, de algún modo, deshidratados. Tomar café o desayunar antes de beber agua es un hábito inadecuado, nocivo incluso.
Muchos de nuestros clientes vienen a la tienda pidiendo consejo y algún producto para el estreñimiento, pero con éste sencillo hábito teniendo en cuenta la temperatura y el momento adecuado se solucionaría el inconveniente. Pensemos que el colón tiene la capacidad de reabsorber el agua de las heces, provocando que se sequen, dificultando su excreción. Es un hecho simple, teniendo en cuenta además que el agua que reabsorbe el intestino no es de la calidad de la que podemos ingerir.
No conviene beber mucha agua durante la comida, de hecho, en mi caso, no bebo ninguna. De nuevo el momento más oportuno sería un rato antes de la comida. En invierno templada facilita la digestión. O ya después de la comida pasado un tiempo que puede variar en función de cada organismo. Durante la mañana, tendremos menos sed. Por la tarde la sensación de sed aumenta, siendo este el momento más adecuado para la hidratación. También si ingerimos sal en la comida, mejor hacerlo por la tarde y noche, que durante la mañana. Son ciclos distintos. Así como de noche es el momento adecuado para dormir, por la tarde-noche es el mejor momento para la hidratación. No obstante debemos beber cuando tengamos sed, esto es obvio.
En resumen, debemos beber agua de buena calidad, una cantidad adecuada que depende mucho de cada persona, su metabolismo, su trabajo, etc. Teniendo presente que la comida aporta agua, las frutas y sus jugos también, las infusiones, etc. Aun así, hay que beber agua sola. Agua templada, incluso caliente en el invierno, para aquellos sistemas digestivos débiles o personas con poco calor corporal, que obtienen con esta práctica un aporte de calor interno que no pueden conseguir de ningún otro modo. Y finalmente, buscando el momento más adecuado.
Espero que os sea útil, y adelante con ello.